Crisol de carburo de silicio

Los crisoles de carburo de silicio presentan altas temperaturas de fusión, lo que los hace adecuados para aplicaciones de fundición de metales no férreos. A diferencia de los crisoles de grafito, que son susceptibles a la oxigenación y la absorción de agua, los crisoles de carburo de silicio ofrecen una mejor resistencia contra estos riesgos.Almacene y temple su crisol en lugares secos para disipar cualquier acumulación de humedad durante el almacenamiento, transporte y manipulación. Esto permitirá que cualquier acumulación de humedad escape de forma más eficiente y reducirá los costes de envío y manipulación.

Los crisoles de grafito de carburo de silicio son una opción fácil, cómoda y económica para fundir metales. Sus mínimos requisitos de mantenimiento les permiten fundir muchos metales y aleaciones a diferentes temperaturas sin riesgo de contaminación; su alta resistencia al calor ayuda a reducir el desperdicio de metal y a ahorrar costes energéticos.

Antes de cargar metales en su crisol de carburo de silicio, asegúrese de precalentarlo primero. Caliéntelo hasta que esté caliente al tacto con una capa de bicarbonato potásico rojo en su superficie; este paso elimina la humedad que, de lo contrario, podría agrietar el crisol.

Tras precalentar el crisol en un horno, aumente lentamente su temperatura. Es crucial que la temperatura se mantenga constante durante este proceso; para obtener resultados óptimos, intente llevarlo a aproximadamente 1200 grados C antes de cargar metales en él con fines de carga; esto garantiza un proceso de calentamiento uniforme sin picos bruscos de temperatura que dañen su integridad.

Registrar el uso de su crisol puede ayudarle a controlar su vida útil y planificar cuándo sustituirlo. De este modo, reducirá la frecuencia con la que debe comprar otros nuevos, lo que le ahorrará dinero y molestias. Además, el control de su estado permite detectar a tiempo cualquier posible problema de funcionamiento.

Un crisol se compone de una mezcla de materias primas que luego se une con material aglutinante como la brea fundida. Una vez fraguada esta mezcla, se le da su forma definitiva con prensas accionadas hidráulicamente antes de cocerlo a 1350 o 1400 grados Celsius en atmósferas reductoras para evitar la oxidación del grafito.

Los crisoles pueden ser de arcilla-grafito o de carburo de silicio ligado con carbono (CBSC). Los crisoles CBSC suelen ser la opción más fiable, ya que pueden soportar temperaturas más altas y son más ligeros que sus homólogos de acero; sin embargo, los principiantes podrían beneficiarse más de empezar con algo más asequible y resistente a la corrosión, como los crisoles de acero.

Alta densidad

Los crisoles de carburo de silicio destacan sobre otras piezas de fundición gracias a su diseño denso, que les permite contener más metal sin fugas ni derrames. Además, su construcción protege el metal fundido frente a la erosión química, al tiempo que resulta fácil de limpiar y reutilizar, una ventaja frente a sus competidores.

Los productos refractarios se utilizan ampliamente para fundir metales no férreos y aleaciones como latón, cobre, níquel, cromo, aluminio, zinc y acero al carbono medio. Con grandes volúmenes, excelentes propiedades de estabilidad térmica y aislamiento, bajo coeficiente de dilatación térmica, gran resistencia a los ácidos y álcalis y capacidad de protección contra la corrosión, constituyen el producto perfecto para fundir materiales no férreos en diversos hornos de fusión, como hornos de tierra, eléctricos y de frecuencia intermedia.

En comparación con los crisoles de grafito tradicionales, los crisoles de carburo de silicio aglomerado por reacción ofrecen muchas ventajas sobre los de grafito, como gran volumen, baja tasa de orificios de aire, buena conductividad térmica, resistencia a la oxidación y la erosión, así como facilidad de limpieza/reutilización/menor contaminación. Los refractarios como éste se utilizan en fundiciones para fundir metales preciosos no férreos, así como otras aleaciones, con el fin de crear productos de fundición.

Los crisoles de carburo de silicio aglomerado por reacción pueden soportar altas temperaturas, tienen una excelente resistencia química, son fáciles de limpiar y duran más que los crisoles de grafito ordinarios. Además, son muy resistentes al impacto y a la carga, así como a los ácidos y álcalis, lo que los hace seguros incluso en entornos corrosivos.

Antes de utilizar un crisol de grafito de carburo de silicio en su horno de fusión, es fundamental precalentarlo. Esto evitará que se agriete por el estrés térmico y permitirá una medición precisa del metal fundido. Un soplete de propano o un horno de combustible son buenas formas de calentarlo; también debe recubrirse su interior con bórax para reducir la fricción entre el metal fundido y sus paredes y la pared del crisol; sin embargo, debido a sus propiedades de componente de baja temperatura de fusión, no debe calentarse más allá de ciertos umbrales.

Alta durabilidad

En muchas fundiciones, los lingotes de metal se colocan en crisoles para su colada. Los crisoles deben ser lo suficientemente fuertes como para soportar altas temperaturas sin oxidarse ni desintegrar su contenido, la erosión química o el choque térmico, así como para resistir cargas pesadas o impactos sin agrietarse bajo presión. Una excelente elección de material para estas aplicaciones es el crisol de carburo de silicio aglomerado por reacción, ya que este material tiene la resistencia necesaria para estas tareas sin agrietarse bajo tensión ni romperse bajo carga.

Antes de utilizarlos, los crisoles deben precalentarse para que sean más duraderos y estables a temperaturas más elevadas. Esto puede lograrse colocándolos sobre una placa caliente o elevando gradualmente su temperatura en un horno; estos pasos de precalentamiento pueden evitar la rotura, así como el sobrecalentamiento que conduce a la degradación de la integridad estructural.

Estos crisoles pueden utilizarse para fundir aleaciones no ferrosas y metales preciosos en sectores como la minería, la metalurgia, la electrónica, la siderurgia, la industria química, la pulvimetalurgia y la industria aeroespacial. Fabricados con materiales de grafito y carburo de silicio que ofrecen excelentes propiedades refractarias y de conductividad térmica, pueden soportar temperaturas de hasta 1.900 grados Celsius sin dejar de ofrecer protección contra el choque térmico o la erosión química.

El metal puede fundirse utilizando distintos tipos de hornos, incluidos hornos de tierra o eléctricos. Lo mejor es utilizar hornos especialmente diseñados para evitar daños o contaminación del metal fundido. Los crisoles diseñados específicamente para la elevación pueden soportar fácilmente cambios bruscos de temperatura desde 1200 grados centígrados hasta temperaturas normales.

Además, es esencial recordar que estos crisoles no son tan resistentes como los tradicionales de grafito y pueden resultar dañados por los aditivos utilizados durante el proceso de fusión. Los aditivos corrosivos pueden provocar grietas en la pared o depresiones en su superficie si se añade demasiado aditivo; hay que seguir estrictamente las instrucciones del fabricante a la hora de añadir aditivos para conseguir los resultados deseados y limpiarlo regularmente para eliminar cualquier residuo pegajoso de su interior.

Resistencia a la corrosión

Cuando se funden metales o se mantiene un baño fundido, se necesita un recipiente que pueda soportar tanto el calor como la presión. Hay crisoles de varias formas y tamaños; algunos son elementos permanentes dentro de la estructura del horno, mientras que otros pueden desmontarse para verterlos al final de cada sesión de fusión. Están hechos de metal, grafito o carburo de silicio y pueden tener diseños tradicionales o personalizados, ¡a veces incluso ambos! Los crisoles también se pueden encontrar en hornos de combustible, resistencia eléctrica e inducción, y se suministran con o sin pico vertedor.

Encontrar el crisol ideal puede resultar difícil, ya que cada instalación tiene requisitos diferentes. La selección del crisol debe tener en cuenta factores como los hornos, las aleaciones, las prácticas de trabajo, los tratamientos metalúrgicos y las disposiciones de vertido a la hora de tomar esta importante decisión. Los crisoles de grafito ofrecen varias ventajas sobre los metálicos para cualquier proceso que utilice uno de estos procedimientos.

Los crisoles de carburo de silicio ofrecen muchas ventajas sobre otras formas de crisoles para diversas aplicaciones y cuentan con varios beneficios clave sobre otros, incluyendo ser capaz de soportar altas temperaturas con una tasa de expansión térmica reducida y resistencia a la erosión química, así como resistencia a la corrosión por ácidos o álcalis. También son extremadamente duraderos, permitiendo repetidos ciclos de calentamiento sin dañarse.

La calidad es de suma importancia a la hora de seleccionar productos refractarios, y los crisoles fabricados con materias primas de calidad superior ofrecen una gran resistencia contra la oxidación y la corrosión, durando tres veces más que sus competidores y siendo al mismo tiempo soluciones rentables para sus operaciones.

La corrosión se produce debido al incumplimiento de las normativas relativas a los aditivos añadidos al metal fundido, como los aditivos causantes de corrosión que no cumplen las normativas de adición. La corrosión daña los crisoles creando depresiones en sus superficies o agrietando sus paredes, lo que reduce su vida útil con el paso del tiempo.

El mantenimiento de crisoles sanos requiere prácticas adecuadas de almacenamiento y limpieza. Almacene siempre un crisol seco sin exponerlo a temperaturas extremas; una vez listo para su uso, asegúrese de que está templado al rojo vivo cociéndolo para eliminar cualquier revestimiento o aglutinante de fábrica antes de templarlo a temperaturas más bajas para su uso.

Crisol de carburo de silicio

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